viernes, 3 de diciembre de 2010

VERDADES LIBERADORAS

Fecha de recibo: Diciembre 03 de 2010
Fuente:
yiselbriceo1970@gmail.com

VERDADES LIBERADORAS
A raíz de las valientes denuncias de Wikileaks y su sorprendentemente digno creador, Julian Assange, las declaraciones de Hillary Clinton justificando las felonías y los crímenes del Imperio usano (tan contradictorio y esquizofrénico) como una práctica diplomática normal a través de la Historia, confirman el carácter opresivo de este período antropológico.
Es un anuncio claro de que está llegando a su fin, porque la Humanidad no es tan canalla como sus dirigentes, de modo que muchos seres ingenuos y crédulos, engañados por sus “líderes” (que posan de decentes), ahora tienen información auténtica que demuestra la catadura de los potentados que están destruyendo el Mundo y extinguiendo la Vida. 
En consecuencia, las mayorías siempre engañadas por fin disponen de elementos de juicio para demostrar esa naturaleza abominable de quienes se sienten superiores a los demás hombres y hasta directos representantes de Dios.
Son gente totalmente inescrupulosa, capaz de cualquier crimen y que basa su gestión dirigente en mentiras, calumnias, torturas, asesinatos, opresión, genocidios y manipulación.
Su descaro es tan enorme que el genocida mitómano, George W. Bush –inmensamente endeudado con la Justicia por sus querellas con la Humanidad que exige castigarlo mientras los halcones de Washington y los potentados del Club de Bilderberg lo protegen y exaltan como modelo para los canallas que pretenden seguir cabalgando sobre los seres decentes- pide calificar como “terrorista” al director de Wikileaks porque difunde la Verdad.
Sin duda, Wikileaks reivindica a los ingenuos, a los honestos y decentes, dotándolos de herramientas suficientes para ilustrar objetivamente la maldad de los gobernantes, auténticos déspotas pisoteadores de la democracia que dicen defender.
 Al mismo tiempo, demuestra que la noción de “democracia representativa” es la confirmación de la dictadura de los potentados, que siempre han denunciado los verdaderos demócratas tratando de que la gente decente pero manipulada entienda cómo la engañan los enemigos comunes.
Según la bestia republicana, difundir la Verdad es un crimen contra los “dueños del mundo”, al menos, pues al resto de la Humanidad le aporta claridad y le ofrece evidencias irrefutables sobre el carácter repugnante de quienes posan de superiores y se atribuyen el derecho a gobernar a los crédulos y tímidos apropiándose, de paso, de la mayor y mejor parte de la riqueza social. 
La Verdad vuelve superfluas las armas, derrota la violencia y proscribe la fuerza como recursos de gobierno y con vivencia.
Bajo su imperio, la guerra pierde todo sentido porque los asuntos públicos se manejarán con transparencia, buscando el beneficio común en vez del de unos desalmados sedientos de poder y capaces de cualquier crimen para conseguirlo,  fundados en la mentira y el engaño más pérfidos.
 Por eso, estos enemigos comunes rechazan la difusión de la Verdad, pues su fuerza es enorme y arrasadora, tanto que nos hará libres, como nos lo advirtió Jesús.
En consecuencia, lo único que les sirve a los déspotas arrogantes son la calumnia y la mentira que acompañan todos sus abusos y sus crímenes abominables, definitivamente intolerables e irrepetibles en la Nueva Era. 
La Verdad los deja en evidencia ante todo el que se tome el trabajo de pensar, por alienado que lo tengan.
Pero así es la “neolengua” que tergiversa todas las nociones, como nos lo advirtió George Orwell en su proverbial “1984”.
 Con base en ella, los criminales de cuello blanco posan de decentes y hasta de “providenciales redentores”, mientras abusan de los decentes de verdad, por cándidos y hasta por cobardes.
Lo demuestran las confesiones autobiográficas del digno homónimo de su padre criminal, ex director de la CIA y ex presidente de USA. 
El tejano padre es una especie de clon, de inspiración, de aberración humana o de imitación del soviético Vladimir Putin, ese degenerado dictador de Rusia que fue director de la KGB y posa como cabeza visible de todos los déspotas, pues hasta se le subordina el pedófilo come mocos, Silvio Berlusconi, capo di capi y vergüenza para los italianos.
Los Bush (incluyendo al tal Jesse que cocinó el fraude en Florida para favorecer la elección de su hermano) están en deuda con la Humanidad por sus genocidios, torturas, felonías y atropellos a la dignidad y a los derechos civiles de los elementales ciudadanos usanos, tan “patriotas”, tanto como del resto de inocentes del mundo occidental que han caído en sus redes porque les han creído el cuento de que son superiores e infalibles con su jerga neoliberal, falazmente poseedora de los secretos del progreso y del futuro.
A George Walker, su megalomanía desmedida de sicópata sin frenos ni escrúpulos lo indujo a aliarse con el santón, también petrolero, criminal y, como su socio usano, mentalmente retrasado, sicópata y obsesivo, Osama bin Laden, agente de la CIA.
Desde la presidencia de George padre –con la venia de los jeques y demás potentados fieles al profeta Mahoma, o traficantes de su herencia ideológico- religiosa-, la tal agencia de inteligencia usana entrenó al aristócrata petrolero árabe para defender a Afganistán de la invasión soviética.
De paso lo convirtieron en un líder islámico al servicio secreto del imperio usano. 
Éste lo ha sabido utilizar astutamente, mientras le hace creer al mundo que lo persigue y pretende atraparlo, después de que empezó a atacar embajadas del Imperio y, sobre todo, después del espectacular derrumbe de las Torres Gemelas.
Desde entonces, basta regar el rumor de que el árabe estulto y criminal está escondido en algún lugar, para justificar la invasión del país respectivo, asesinar su pueblo y robarle sus riquezas a nombre de la “sagrada” lucha contra el “terrorismo”
La alianza de potentados extremistas, presuntamente rivales, tiene el propósito de promover la guerra que obsesiona a los sionistas para agudizar la opresión sobre los pueblos e impedir que la Humanidad se lucre de sus conquistas.  Prefieren apurar el acabose universal o “Apocalipsis”.
Al efecto exaltaron el “terrorismo” como el novedoso mecanismo de amedrentamiento y opresión que les permitiría descalificar a todo el que sea honesto y veraz, tanto como contener las protestas populares contra los abusos del Neoliberalismo con su salvajismo.
Tal es el caso con Julian Assange, acusado de delitos sexuales que, inclusive si fuesen ciertos (como evidente y contundentemente lo son los de los pedófilos de las jerarquías católicas o del repugnante Berlusconi, todos ellos impunes), corresponden a un orden de magnitud o dimensión  muy inferior al de los crímenes de Estado que ha sacado a la luz el australiano admirable y paradigmático, con la difusión de los documentos secretos del Departamento de Estado.
En consecuencia, la oportunista y desesperada acusación no tiene peso suficiente para ocultar los graves crímenes de lesa humanidad que denuncian los papeles publicados.
Es algo tan desproporcionado como las condenas de USA a los capos colombianos por el delito convencional de tráfico de drogas ilegalizadas arbitrariamente, que en cualquier momento se convertirá en una actividad legal.
Con tal farsa, sus crímenes de lesa humanidad quedarán impunes, igual que los de los potentados, que son peores.
Lo que pretenden es callar las irrefutables denuncias de Assange, a quien todos debemos defender y proteger como un verdadero héroe de la Libertad y la Democracia, que enorgullece  a la especie  y representa lo mejor de sus ejemplares más dignos.
Él y el gallardo, lúcido y valiente soldado -que se arriesgó, sacrificando su libertad,  para abrirle los ojos a la Humanidad, dándole argumentos objetivos para juzgar a los canallas que la han engañado durante milenios, ¡pero ya no más!- son honrosos ejemplos de valor e iniciativa que nos trazan la senda de la liberación mediante el aporte individual comprometido con la Vida.
Nos han mostrado la forma de cambiar el mundo sin matarnos e impidiendo que los potentados desaten la guerra de exterminio que les permita retener el poder social.
Cada vez más personas entienden que el poder y la autoridad nos pertenecen a todos, y que su ejercicio es indelegable y constituye la más clara muestra de soberanía del individuo autónomo, digno y esencialmente igual a los demás miembros de la aldea global.
Son la expresión real e indiscutible de la Democracia Directa, que es la única admisible como tal y que todos podemos ejercer con las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación.
El feroz ataque de los potentados refleja su histeria, su miedo y su decadencia acelerada e imparable. 
Niega abiertamente los derechos a la información y a la expresión que, supuestamente, son conquistas irrenunciables del liberalismo doctrinario y bases ideológicas de las sociedades capitalistas. 
Mediante su ejercicio libre, amplio y sin cortapisas dicen diferenciarse de los regímenes diferentes, que califican de despóticos. 
Pero su restricción para los ciudadanos corrientes ha sido evidente, hasta ahora que todos podemos intervenir en los asuntos comunes, gracias al desarrollo de los medios de producción.
Éste desborda el molde estrecho del ruin sistema de explotación económica que nos ha traído al borde del precipicio por su consumismo irracional y la megalomanía inhumana de sus beneficiarios.
La  garantía del ejercicio de esos derechos buscaría proteger a los ciudadanos de los gobiernos despóticos, como el de USA, presunto modelo de libertad y democracia que, en la realidad, conforma la dictadura sionista más férrea conocida en la Historia.
Al “terrorismo” lo convirtieron en un arma de dominación masiva a partir de los auto atentados del 11 de septiembre de 2001, cometidos por personal islámico entrenado por la misma USA como pilotos kamikases.
El psicópata usano, con la inhumana teoría neolingüista de la “guerra preventiva”, aprovechó el miedo inculcado a su pueblo para arrebatarle sus conquistas civiles y emprender la invasión de Afganistán, presuntamente para darle caza al criminal musulmán que aparece como cabeza visible de los atentados. 
Realmente, lo que han hecho es asesinar civiles indefensos, lo cual denominan “daños colaterales” (también haciendo gala de neolengua), de modo que tan abominables crímenes no les inducen sentimientos de piedad o de remordimiento.
También evitan que los decentes que hacen parte de su pueblo entiendan el carácter ostentosamente criminal de su gobierno.
Los corrompen convirtiéndolos en cómplices de sus mismos verdugos inescrupulosos, mediante la exaltación irracional del “patriotismo” y el respeto supersticioso a la “ley”, independientemente  de lo arbitraria o nociva que ésta sea.
Posteriormente, el asesino y torturador confeso armó un tinglado de mentiras, que evidentemente lo eran aunque sus aliados aparenten no haberlo sabido antes, pese a que la gente decente lo advirtió en todas las formas posibles.
Eso le permitió comprometerlos para atacar a Irak, dirigida entonces por otro asesino musulmán entrenado y protegido por la CIA, el sunita Sadam Husein, quien había logrado pacificar su país mediante una dictadura que pudo contener la guerra civil, ahora en pleno furor tras la invasión usana y la ejecución de Husein.
Las potencias capitalistas apoyaron el aterrador genocidio para participar del saqueo de las riquezas de la Cuna de la Civilización occidental, en particular su abundante petróleo.
Aunque no tienen manera de continuar negando esos crímenes, seguirán en la impunidad porque ningún poder establecido los castigará. 
Son tan arrogantes y estúpidos que están convencidos de que su superioridad es real, de modo que se sienten por encima de la ley.
Sus crímenes serían sagrados y permanecerán impunes mientras la Humanidad no rompa las cadenas de la opresión que le han impuesto mediante la violencia física y mental.
Los justificaría la “alta política” (o sea, la defensa de los sagrados derechos de los potentados) que pretende mantener esos privilegios de que han disfrutado gracias a sus presuntas superioridades y sus asombrosas y misteriosas capacidades para gobernar al resto de ineptos de la especie. 
No entienden, o lo entienden pero no lo aceptan, que su reinado genocida está llegando a su fin.
Pretenden aplazarlo acudiendo a canalladas peores que las que registran las páginas más sucias de la Historia. 
Precipitarlo es el reto definitivo de nuestra generación, de cuya actitud dependen la conservación o la extinción de la Vida.
Los potentados se consideran los dueños del Mundo.  Según los sionistas, Yahvé se los escrituró con todo su contenido, incluyendo los “pueblos no elegidos”, que serían todos, excepto el judío.
Por eso creen tener el derecho a aplastar a quien no lo admita.  Para ello cuentan con la complicidad de los lacayos vendepatria que oprimen a sus pueblos y los despojan de sus riquezas y su dignidad. 
Estos gobernantes lacayos son seres viles, meros títeres cobardes sin criterio, “de rodillas ante el amo extranjero”, como lo denunciaba Jorge Eliécer  Gaitán en Colombia; manipulados a su antojo y en su beneficio por los grandes enemigos de la Vida.
Estos viles acatan las órdenes de sus amos a cambio de las migajas que les concedan por cederles el patrimonio común o los sagrados nichos ambientales donde la Vida se reproduce en todo su esplendor.  Así privan a los nacionales del derecho a disfrutarlos, tanto a los actuales como a sus posibles descendientes.
Irónicamente, tal sucede en la misma USA con sus Estados del Sur, casi tan parias como los países del tercer mundo.
Lo demuestra la suerte de los pantanos y manglares de Luisiana, destruidos por las fugas de petróleo en el Golfo de México causadas por la BP y otros petroleros perversos dedicados a destruir el medio ambiente y extinguir la Vida.
Para ello han contado con la complicidad del títere Barak Obama, tan incapaz y carente de poder frente a los halcones que manejan el mundo desde Wahington.
Lo hacen desde  hace bastantes años y sin solución de continuidad, no importando quién o cual partido haya ganado las elecciones y ocupado las instituciones que expresan la “Democracia Representativa”, tan falsa y formal, y tan ajena a la Democracia verdadera, la Directa.
La Humanidad ha vivido en el engaño alimentado por un fanatismo extremo que incapacita a sus víctimas para pensar con claridad e independencia o para criticar a sus dirigentes, por muy degenerados que sean.  Les es imposible reconocerlos como los cánceres que son.
Por fortuna, ahora cuenta con información auténtica que le permite ver contundentemente la degeneración moral de quienes la han dirigido, incluyendo líderes religiosos tan carismáticos como Karol Wojtyla, el polaco políglota sobreviviente a la Segunda Guerra Mundial e hijo de una mujer madura y sifilítica. 
Él fue quien remplazó como papa al prematuramente asesinado Juan Pablo I antes de que cumpliera sus promesas de comprometer a la Iglesia Católica Romana con la “opción por los pobres” predicada por la “teología de la liberación” promulgada en 1968 por el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) celebrado en Medellín, Colombia.
El notable actor, descrestador y arribista que contribuyó a la caída de la URSS, aliado con Margareth Thatcher, Ronald Reagan (también actor) y Mijail Gorvachov, prefirió apoyar a los potentados, como lo ilustra su “prelatura personal” concedida al fundador de “Los Legionarios de Cristo”.
Éste personaje era otro impostor carismático que hablaba con Dios mientras seducía a los hijos de los magnates asociados a su comunidad religiosa. 
También violaba a sus hijos carnales, pues hasta se casó y se reprodujo, transgrediendo ostensiblemente el celibato a que obliga la Iglesia Católica a someterse a sus ministros.
Una vez conocida, la degeneración del incestuoso Marcial Maciel -quien surtía su proceso de canonización al lado del de su protector polaco- como que sacó al par de siervos de Dios del camino de santificación que el oportunista Joseph Ratzinger, cómplice señalado de pedófilos, había iniciado o prometido iniciar con tanto entusiasmo, para favorecerse con la popularidad de Wojtyla.
De no haberlo denunciado sus mismos hijos, el par de personajes continuarían con su aureola de santidad, tan falsa como la de la mayoría de los santos.  Tan comparable a las glorias de los héroes quienes, generalmente, no son más que asesinos despiadados, traidores y ambiciosos.
De similar o peor catadura son los potentados sionistas y sus subordinados, que han controlado a la Humanidad mediante engaños recurrentes y permanentes.
La acusan de pecadora, discriminándola y condenándola de antemano para evitar que se interese en los asuntos materiales más que sus verdugos, de modo que éstos puedan actuar en la mayor impunidad posible, presumiendo de seres superiores e impolutos.
Mientras tanto se apropian de las riquezas, siguen destruyendo la biosfera, ahora aceleradamente, y continúan detentando y ejerciendo abusiva, caprichosa y arbitrariamente el poder, buscando causar la catástrofe universal definitiva.
A pesar de su cínica defensa, sus canalladas ya son de dominio público e innegables, de modo que hay demasiados motivos para que la gente decente los repudie abiertamente, les exija rendición de cuentas y les imponga los castigos que se merecen.
Por tanto, sus planes de guerra mundial cada vez contarán con menos respaldo, hasta el punto de que fracasarán. Pues, posiblemente, no hallarán suficientes canallas en las clases oprimidas para apoyar sus canalladas.
Más bien, lo que se les viene es una desbandada de la gente decente que, hasta ahora, ha estado al servicio de los potentados, en una clara traición ala Humanidad y a la Vida.
Estamos ad portas  de superar el canallaje que nos ha impedido enterrar la Historia para inaugurar la Nueva Era que nos permita esa vida armoniosa propia de la abundancia posible, vivida con respeto, seguridad y libertad para todos, sin discriminaciones ni privilegios odiosos, ni subordinaciones de nadie.
Es cuestión de ejercer los derechos que nos asisten como humanos. 
Son similares a los que USA predica como sus principios rectores, pero que les niega a las mayorías alienadas de su propio pueblo y del mundo gobernado por sus cipayos lacayos (como tantos títeres latinoamericanos que avergüenzan a la especie humana porque se convierten en los peores enemigos de sus pueblos).
El descrédito de las “democracias representativas” y de todos los regímenes jerárquicos, es la gran oportunidad para la Humanidad y la Vida, pues los decentes engañados tienen la forma de reconocer y castigar a los culpables de su miserable suerte.
Desde luego, en vez de perseguir a Wikileaks, el deber de la gente decente es protegerlo y estimular a tanto prójimo conocedor de “secretos de Estado” (como denominan sus canalladas los potentados) para que los difundan, solidarizándose con la Vida y desenmascarando a sus enemigos jurados.
La necesidad de remplazar las sociedades jerárquicas y consumistas por una “sociedad mundial democrática”, cada vez es más evidente y urgente.
El propósito sionista de imponer su acariciado Nuevo Orden Mundial exige despabilarnos para evitarlo.
La respuesta democrática global se nutre del conocimiento de la Verdad que tanto temen, ocultan y tergiversan los potentados agónicos. 
Por fortuna, las víctimas a su servicio directo pueden recuperar y difundir, en todas las instituciones, entidades y empresas que trabajan para apabullar a la Humanidad en beneficio de esos canallas decrépitos resueltos a llevarnos a la guerra y acabar con la biosfera y la Vida.
El conocimiento de sus ruines maniobras ha de permitirles a los engañados descubrirse como seres dignos y autónomos, poseedores de conciencia propia, y capaces de actuar con independencia y justicia, solidarios con la especie, el Planeta y la Vida.
Desde luego, a todos los seres de buena voluntad su decencia les exige reaccionar contra los seres viles que los han engañado y oprimido durante el largo, macabro y tenebroso período antropológico que hemos llamado Historia.
A todos los decentes les corresponde alimentarse de verdades para asestarle el golpe de muerte (o definitivo) a los asquerosos potentados, ruina y vergüenza para aquellos ajenos a sus círculos inmundos, realmente infernales.
En las manos de las mayorías reside el poder para instaurar la Nueva Era y establecer esa sociedad mundial democrática donde los “secretos” de los opresores pierden todo fundamento, pues la guía de convivencia universal será (y tiene que serlo) la Verdad.
El desafío es trascendental y definitivo.  Compromete a cada ser humano.  Lo obliga a cuestionarse y a decidir si sigue alimentando los crímenes de los potentados, ofrendando su propia vida en defensa de sus verdugos, o prefiere luchar al lado de los decentes para imponer la convivencia pacífica, armoniosa y luminosa que estamos a punto de conquistar o de perder definitivamente, dependiendo de lo que decidamos.
La cuestión es impedir que los potentados desaten esa tercera guerra mundial que les permita diluir la crisis económica que han provocado.
Su propósito confeso - documentado en los papeles del Club de Bilderberg, otro aporte de la Democracia Directa a las causas de la Vida, de la Humanidad y del Planeta- es exterminar a las mayorías para que sus verdugos puedan seguir dirigiendo el mundo, saqueando sus riquezas, destruyendo la biosfera y manteniendo a los sobrevivientes en la miseria y la abyección.
La opción es individual.  Y tú eres un individuo que, teóricamente, puede optar y obrar, con decencia o con perfidia.  Es tu decisión y es urgente que te decidas.
Ojalá te dejes guiar por tu conciencia en vez de por los verdugos comunes.
Tu elección te desenmascarará y comprometerá con quienes la compartan.
Si no te decides, tu indiferencia fortalecerá el campo de los enemigos comunes. 
La neutralidad no cabe. Tú decides, si quieres y no estás totalmente alienado por las bestias que posan de dirigentes y suplantan a todo el que se deje.
El futuro de la especie, o su extinción, dependen de las generaciones vivas. 
Cada uno de nosotros pertenece a ellas.  Por tanto, cada ser humano cuenta y puede hacer la diferencia.
Es un asunto serio y crucial, sin lugar a dudas, en el cual cada individuo es un protagonista por derecho propio, tan válido y valioso como cualquier otro, independientemente de las cucarachas que pueblen su cerebro.

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